miércoles, 17 de agosto de 2011

Te veo en el restaurante.


Los cuentos aquí reunidos son, quién va a dudarlo, piezas cabalmente explicables por el tiempo presente, y su autor sabe cómo de las esperanzas, de la suerte, de la procuración de esa ridiculez remota que alguna vez se conoció como amor (el de un padre por su hijo, por ejemplo: antes de que anhele reunirse con él en el infierno), sólo pueden quedar a lo sumo escombros: de ahí que la derrota o la extinción (una mujer que espera, internándose en la borrasca lamentable de su decepción; una escritora que se abre paso rumbo a su aniquilación entre el rencor ensañado de sus personajes) lleguen a tenerse por vías óptimas de la liberación. El miedo (una mujer de buenas intenciones –es decir: estúpidas– espera la decisión final de su captor; un hombre está a punto de tomar un avión; dos hermanos se frotan mutuamente las jorobas en el júbilo soez de su monstruosidad) es nuestra sustancia más incontaminada, y en su desbordamiento nos sabemos más vivos que nunca. Las fabricaciones narrativas de Juan Manuel García Belmonte buscan hacérnoslo ver. Y lo consiguen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario